top of page

Deseo, arte y revolución en Portrait of a Lady on Fire

Adèle Haenel y Noémie Merlant. Créditos imagen: Pyramide Films.
Adèle Haenel y Noémie Merlant. Créditos imagen: Pyramide Films.

Durante siglos, el arte (ah, y la ciencia, el cine, la filosofía, la escritura, etc) borró a las mujeres de la historia. A muchas se les negó el crédito, a otras se las tachó de musas cuando en realidad eran autoras. Incluso de algunas obras, como las de Artemisia Gentileschi, se llegó a creer que eran de Caravaggio, porque claro, ¿cómo iba una mujer a pintar con tanta rabia, tanto dolor, tanta fuerza? ¿Cómo iba a dominar los claroscuros así cuando la mayoría de los pintores o casi todos, eran hombres?


Sus cuerpos, sus voces, fueron desplazadas. Pero películas como Portrait of a Lady on Fire, vienen a continuar ese legado. Un legado de mujeres que usaron el arte para resistir, para mirar distinto, para contarse a sí mismas.


En el filme de Céline Sciamma, el deseo entre mujeres no es castigo ni pecado. Es arte, es memoria, es fuego. Sciamma no necesita que aparezcan hombres para hablar del patriarcado, lo hace desde las ausencias, desde las decisiones forzadas, desde lo que no se puede elegir.


Lo muestra en cada gesto de Heloïse y Marianne. En cómo se miran, pero también en cómo se detienen. En cómo cada instante compartido está marcado por un límite invisible. No vemos el rostro del futuro marido de Heloïse en ningún momento, y sin embargo, está presente todo el tiempo. Su figura pesa, acecha, decide. Pero Sciamma se concentra en lo que las mujeres hacen cuando están solas, cómo crean, cómo se miran, cómo se permiten existir lejos de la mirada masculina. Y al mismo tiempo, no idealiza esa soledad, sabemos que es temporal, que el tiempo para amar y pintar juntas está contado.


Judit decapitando a Holofernes, Artemisia Gentileschi. Créditos imagen: Wikipedia.
Judit decapitando a Holofernes, Artemisia Gentileschi. Créditos imagen: Wikipedia.

Y sí, también es una reflexión sobre cómo las mujeres han usado el arte para resistir, desde siempre. Volviendo a Artemisia, después de ser violada por su maestro, pintó Judith decapitando a Holofernes. Y en esa pintura no hay sutilezas, está el dolor entremezclándose con los chorros de sangre, la furia, la venganza.

Lo que hace Sciamma en Portrait no es tan distinto. Su cámara no observa desde fuera, acompaña. No hay vergüenza, no hay castigo, solo dos mujeres deseándose, mirándose sin miedo, viviendo su amor en presente.


Portrait of a Lady on Fire es eso, una declaración. Que el deseo entre mujeres no tiene que explicarse. Solo vivirse.

 
 
 

Comments


  • Instagram
  • Facebook
  • threads
  • TikTok
bottom of page