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No nos moverán y volver a hablar de lo que duele: Tlatelolco

Dos personas miran hacia arriba entre rejas metálicas en un pasillo alto. Expresiones serias. Imagen en blanco y negro.
Still de No nos moverán. Créditos: Pimienta Films.

“Lo que hay que hacer para conseguir un poco de justicia.” Esa es una de las frases que se me quedó grabada de No nos moverán, la ópera prima de Pierre Saint-Martin.


La película cuenta la historia de Socorro, una mujer que, como muchxs de nosotrxs, carga con la pérdida de un ser querido, una muerte que la persigue y con la que aún no ha hecho las paces.


Pero seguimos, Socorro es abogada y vive obsesionada con identificar a los soldados que asesinaron a su hermano durante uno de los hechos más atroces en la historia de México: la masacre de Tlatelolco. Cuando aparece una pista, se lanza en una misión absurda, desesperada, que pone en riesgo no solo su vida, sino todo lo que ha construido.


Una de las cosas que más me gustó de la película, además de la premisa y el tema (Tlatelolco es algo que siempre me ha interesado entender desde más lugares), fueron los toques de comedia. Porque sí, estamos hablando de soldados que, en teoría, están para proteger al pueblo...y que mataron a su hermano. Un tema durísimo. Pero en medio de esa tensión, aparecen chispazos de humor que logran, por unos minutos, romper el peso de la historia. Y en eso, la actuación de José Alberto Patiño es clave: su presencia y ritmo alivian el drama sin restarle fuerza.

Mujer mayor con venda en la cabeza, mirada seria y pensativa. Fondo oscuro, imagen en blanco y negro. Ambiente de preocupación.
La primera actriz, Luisa Huertas. Créditos: Pimienta Films.

También me emocionó mucho ver cómo No nos moverán dialoga con otras películas mexicanas que amo. Temporada de patos de Fernando Eimbcke, es una de mis favoritas, y Güeros de Alonso Ruizpalacios, sin duda, me parecen de lo mejor que se ha hecho en el cine nacional en las últimas décadas. Ver ecos de ambas en la estética y el tono del filme fue algo fenomenal.


Y sí, hay un elencazo: Luisa Huertas, con esa presencia tan sólida; su duplicidad con Agustina Quinci evoca también lo que sucedió en Argentina. Juan Carlos Colombo, entre muchxs otrxs, completa un reparto potente. Pero también hay una complicidad en el detrás de cámaras que se nota. Me encantó saber que una de mis diseñadoras de producción favoritas, Alisarine Ducolomb, quien ha trabajado en filmes como La máscara del Zorro, Babel y Amores perros, trabajó junto con la productora Male Gil, quien ha participado en películas como El norte sobre el vacío, de Alejandra Márquez Abella.


Dos mujeres en una mesa, una fuma mientras la otra observa. Paloma entre ellas. Ambiente nostálgico con cortinas y decoración antigua.
Luisa Huertas y Agustina Quinci. Créditos: Pimienta Films.

Durante la función, alguien le preguntó a Pierre qué hace distinta a No nos moverán frente a otras representaciones de Tlatelolco, y creo que la respuesta es: todo. El tono, lo absurdo, las referencias, las actuaciones, los cuestionamientos sobre qué pasó también con esos soldados, la cercanía entre quienes hicieron posible la película… y algo que me pareció fascinante: que mucho de esto surgiera a partir de una fotografía que Pierre vio en el libro La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska.


Y creo que lo más importante de todo: la necesidad de seguir nombrando lo que sucede. De seguir hablando de estos sucesos que no solo marcaron a cientos de personas, sino también a un país entero. La importancia de tener memoria histórica para que, como dice Luisa Huertas, podamos evitar los mismos errores en el presente.


Se estrena este 24 de julio en cines y no duden en ir a verla. Es una película necesaria, valiente y también sorpresivamente luminosa. No por nada logró 15 nominaciones en los premios Ariel. Una forma distinta de acercarse a nuestras heridas históricas.



 
 
 

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